Guido Sandleris llegó al Banco Central (BCRA) cuando la segunda corrida cambiaria de 2018 expulsó a Luis Caputo del organismo monetario. El anuncio fue un 25 de septiembre y el dólar había tocado en los días previos los $ 40; las políticas del entonces flamante presidente del BCRA se conocieron días después, pero la implementación se dio el lunes siguiente, con el arranque de octubre.
En líneas generales, las pautas del programa eran crecimiento cero de la base monetaria; una "zona de no intervención" oficial en el mercado de cambios, y por medio de subastas; y la tasa de interés de las Leliq como tasa de referencia del mercado. Sin embargo, con el tiempo y por distintos motivos, se abandonaron las dos primeras, por lo que solo sobrevivieron las Leliq a ese primer plan.
Sandleris llegaba desde el Ministerio de Hacienda, en donde como secretario de Política Económica se había convertido ese mismo año en el número dos del, por aquel entonces, ministro Nicolás Dujovne. Previamente había sido jefe de asesores del ministerio y, entre 2016 y 2017, subsecretario de Finanzas de la Provincia de Buenos Aires, momento en el que trabajó con el actual ministro de Hacienda, Hernán Lacunza.
Llegó al Central con el objetivo de ejecutar el plan acordado con el FMI, tras el fracaso del esquema de metas de inflación aplicado por sus antecesores. El plan era secar la plaza mediante una "emisión cero" de pesos y las subastas diarias de Leliq, un mercado en el que se convalidaban, y aun hoy se convalidan, tasas altas para alentar la inversión de la moneda local y no la compra de dólares.
El 26 de septiembre el titular del Banco Central presentó un plan donde se comprometió a frenar la expansión monetaria hasta junio y estableció una zona de no intervención cambiaria entre $ 34 y $ 44, que se iría ajustando al alza. En aquel momento, si el dólar pasaba el límite superior, el organismo estaba habilitado a vender hasta u$s 150 millones diarios para tratar de contenerlo, un número que luego se extendió hasta los u$s 250 millones.
En cuanto al control de agregados monetarios, había señalado que la creación de dinero se frenaba desde el 1° de octubre hasta diciembre. Así, buscaba que la cantidad de pesos en la economía se usara como ancla nominal en el corto plazo.
De un momento a otro, la mayoría de los argentinos debió aprender qué significaba la base monetaria, una definición que dio el propio Sandleris en conferencia de prensa, durante los anuncios: "Los billetes y monedas en poder del público más los depósitos de pesos de los bancos en el BCRA".
La Leliq, en tanto, pasaba a cobrar protagonismo. Había "nacido" en enero de ese año, incluso bajo el mandato de otro jefe del BCRA, Federico Sturzenegger, pero llegó a ser la nueva tasa de referencia, una tasa endógena (según insistió una y otra vez el Central) que día a día guiaba al mercado. Mientras tanto, se trataba de desarmar el monto de las Lebac.
Por eso es que poco después, el 23 de octubre, Sandleris brindó una conferencia de prensa, quería descartar que se pueda crear una "bola de nieve" con las Leliq similar a la que hubo con las Lebac. Para lograrlo, el funcionario las comparó, dijo que las Lebac llegaron a representar el 11,2% del PBI y sostuvo que las Leliq no llegarían a esa proporción ni siquiera en un escenario de "estrés extremo". De hecho, el stock actual ronda el 4%, sin embargo, esto se debe a que la devaluación de este año licuó el monto en pesos. No obstante, en la City coinciden en que, tarde o temprano, habrá que "desactivarlas" también.
La principal crítica que recibió este plan de parte del empresariado fue la tasa alta, porque como encarecía la financiación, asfixiaba a la economía. El 1° de octubre la tasa de Leliq se ubicó en 67% y tras un pico, el 8 de octubre, en 73,5%, llegó a bajar hasta 43,94%, el 14 de febrero de este año. Después el dólar se recalentó en abril y la tasa volvió rápido a los máximos de octubre. El siguiente piso fue 58,7% en julio, pero la tensión política por los resultados desfavorables al Gobierno en las elecciones PASO y la consecuente corrida cambiaria hicieron que saltara a un récord de 86%, el 10 de este mes.
El alza del dólar en abril obligó al BCRA a abandonar la zona de no intervención, una de las decisiones que menos le gustaron al FMI. Aun así, la entidad seguía subastando divisas, hasta que el 2 de este mes comenzó pasar a vender directo en el mercado, algo que había ocurrido por última vez durante el mandato de Caputo.
También el lunes 2 llegó el control de cambios, a contramano de lo que podría imaginarse un año atrás. Sandleris informó que el Decreto que se conoció el domingo, que incluía el límite de u$s 10.000 para personas jurídicas y nulo para las jurídicas, conformaban "un paraguas cambiario" para "transitar la incertidumbre" que se generó en la economía luego de las PASO. Además, dos semanas después, la entidad dejó de lado su meta de crecimiento cero de la base monetaria, para elevarla a 2,5% en septiembre y octubre, para evitar que la política monetaria no fuera muy contractiva.