Desde las PASO, los bancos perdieron 42% de los depósitos en dólares y 12% en pesos
La incertidumbre que afectó la economía por las elecciones presidenciales, considerando el total del proceso iniciado en agosto con las PASO (primarias abiertas, simultáneas y obligatorias), les hizo perder a los bancos el 42% de los depósitos en dólares y el 12% de los nominados en pesos que tenían bajo administración.
La incertidumbre que afectó la economía por las elecciones presidenciales, considerando el total del proceso iniciado en agosto con las PASO (primarias abiertas, simultáneas y obligatorias), les hizo perder a los bancos el 42% de los depósitos en dólares y el 12% de los nominados en pesos que tenían bajo administración. Esto les significó resignar el insumo básico que necesitarían para relanzarse a dar créditos, si la economía o las nuevas políticas oficiales lo demandaran en 2020.
Antes de las primarias, el sector privado tenía depositados en los bancos $1.285.597 millones a plazo fijo (entre los tradicionales y los indexados por inflación) en pesos, más otros US$32.500 millones en depósitos en dólares. Pero 57 días hábiles después esa tenencia había caído a $1.146.963 millones y US$19.109 millones, es decir, salieron del sistema $138.644 millones y US$13.391 millones, respectivamente.
La pérdida más sensible, en términos macroeconómicos, es la de la liquidez que el sistema había acumulado en dólares, porque sobre ella descansaba un importante auge del crédito en dólares a empresas exportadoras y a algunas de sus proveedoras directas.
Este tipo de financiamiento se había multiplicado por 5,7 durante la gestión Macri (el stock de desembolsos había pasado de US$3000 millones a fines de 2015 a más de US$16.300 millones hasta inicios de agosto pasado) y estaba ofrecido a tasas muy competitivas (llegaron a ser de 3,5% anual) antes de quedar congelado desde hace unos meses por la ola de retiros de depósitos en dólares. Los recursos perdidos en pesos, en cambio, no tienen impacto al respecto.
Desde la puesta en práctica, hace 13 meses, del plan de congelamiento monetario, tras la revisión de emergencia del acuerdo con el FMI de fines de septiembre de 2018, los bancos dejaron de transformar esos recursos en una oferta de financiamiento y los redireccionaron a la compra de letras de liquidez (Leliq) del Banco Central (BCRA). La entidad monetaria les ofreció constituir con esa redituable inversión los encajes prudenciales, incluso para parte de los depósitos en cuentas a la vista, para asegurar la demanda de estos títulos y de ese modo también la esterilización del dinero necesaria para lograr su meta de aumento cero de la base monetaria.
Para el economista Hernán del Villar, de la consultora Alpha, no hay duda de que la banca se defendió bien de la coyuntura negativa post-PASO. "Perdió muchos depósitos en dólares, que financió con recupero de cartera y liquidez en dólares y otros pocos depósitos en pesos", dice.
Además, Del Villar detalla que la banca cambió sus colocaciones bajando inversiones en Leliq y aumentando el crédito en pesos a empresas que le cancelaban deuda en dólares y en crédito al consumo a través de tarjetas, y mejoró sus márgenes en el negocio de la colocación de Leliq y en la compraventa de dólares.
En tanto, el economista Jorge Vasconcelos, vicepresidente del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), señala que el stock de crédito al sector privado quedó reducido a poco más de 10% del PBI: un cuarto corresponde a préstamos en dólares y el resto, a financiamiento en pesos. "La dinámica de esos dos segmentos hacia adelante tiene limitaciones, pero por razones diferentes", afirma.
Vasconcelos alude a una duda instalada: tras este fuerte ajuste, ¿tendrá el sistema bancario capacidad para apalancar un posible rebote de la actividad económica o acompañar políticas públicas que lo promuevan? Para realizar este análisis, los especialistas dividen a la banca en dos, replicando la realidad bimonetaria de la economía local: sus operaciones en pesos y aquellas en dólares.
En ambos segmentos, los economistas advierten que se vislumbran limitaciones que derivan de los condicionantes que dejó la pérdida (y peor calidad) de los recursos, ya que se acentuó in extremis la tendencia al cortoplacismo en las colocaciones.
"La caída de depósitos en moneda nacional representa una caída en la demanda de pesos y, por ende, una aceleración inflacionaria que podría recobrar intensidad, si se considera la emisión que se hará a fin de año para financiar al Tesoro (el Gobierno ya autorizó al BCRA a girarle hasta $400.000 millones de ser necesario). Eso deja menor margen para futuras bajas en la tasa de interés con la finalidad de hacer amigable la oferta de crédito y reactivar por ese lado la economía, dado el escaso y volátil ahorro en pesos", plantea Juan Pablo Di Iorio, economista de la consultora ACM.
"El problema a resolver para reactivar el crédito en pesos tiene que ver con el 'síndrome de la frazada corta'. Si se confirma que el BCRA volverá a asistir al Tesoro emitiendo pesos a fin de año, es probable que, para evitar un fogonazo inflacionario de fin de año, disponga encajes compulsivos (en lugar de las Leliq), lo que afectaría la capacidad prestable del sistema bancario a favor del sector privado y limitaría la posibilidad de volver a mecanismos de crédito dirigido. Habrá una tensión entre la demanda de pesos del Tesoro y la capacidad del sistema bancario de expandir el crédito al sector privado, lo que obligará a privilegiar determinados objetivos y postergar otros", vaticina Vasconcelos.
Para Del Villar, en cambio, la banca podrá responder a un desafío por recuperar la oferta de crédito. "Tendrá capacidad para hacerlo, ya que el stock de Leliq se ubica en el 50% de su cartera de préstamos privada, y se prevé que esas inversiones pierdan atractivo, lo que les generará incentivos para recuperar los márgenes que allí pierdan aumentando los préstamos en el sector privado", argumenta.
En el caso de los dólares, la posibilidad de que el sistema recomponga capacidad prestable dependerá, opina Vasconcelos, de lo que ocurra con esos depósitos, "cuya posible recuperación quedará muy condicionada por el cepo, al menos hasta que no haya señales de que lo flexibilicen y permitan alguna recuperación de la confianza".
Vasconcelos remarca que contar con una oferta de crédito en dólares sería clave para apoyar las actividades de exportación, pero agrega que eso es impensable mientras el gobierno entrante no aclare el significado y el alcance del eslogan sobre pesificar la economía. "Dado el stock de tenencia de dólares por parte de los argentinos, la oferta de crédito a exportadores debería ser un activo para la competitividad de nuestro país. Pero, por factores políticos, esto no ocurre", concluye.
Para Di Iorio, la salida de depósitos en dólares ya tuvo un efecto muy negativo en el sector exportador, que debió resignar el 20% del financiamiento de embarques que conseguía por esa vía. "Es un golpe duro teniendo en cuenta que es el único sector que tracciona la actividad este año y que se perfila de vital importancia de cara al próximo también, como generador de divisas en un contexto de corte del financiamiento externo y grandes vencimientos de deuda", opina.
El cepo ayuda al BCRA a sumar dólares para pagos de deuda
En el corto período de existencia que lleva el cepo reforzado, apenas dos semanas, el Banco Central (BCRA) aprovechó para comprar algo más de u$s 1000 millones en un mercado cambiario mayorista casi cerrado. El repunte, lejos de compensar los más de u$s 22.400 millones de pérdida de reservas brutas del año, es un intento por ayudar a generar algunos dólares para cubrir los que van a salir de sus arcas por los vencimientos de deuda que el Tesoro tiene que hacer este año y no puede refinanciar en el mercado.
El viernes el BCRA compró unos u$s 330 millones según pudo conocer El Cronista (ver página 2), una cifra que de confirmarse en los datos oficiales en los próximos días la transformaría en la mayor compra desde marzo de 2017.
La capacidad de compra del BCRA es resultado del cepo. Al bajar a u$s 200 mensuales el tope para compras de personas físicas, exigir autorización previa para toda otra operación y forzar a los exportadores a plazos estrictos de liquidación de sus divisas se generó una situación en la que la oferta es muy escasa, pero los demandantes autorizados a operar son aún menos. "El BCRA corrió a la demanda en un contexto en el que hay superávit y en el que los gastos por turismo están en niveles bajos", dijo Gabriel Caamaño de Consultora Ledesma. "Lo raro sería que no estuviera comprando", agregó.
Ese sobrante de divisas comerciales, el BCRA compró prácticamente el 37% del volumen operado en el mercado cambiario en las 9 ruedas que hubo con cepo reforzado.
Con 29 días hábiles más para que termine el año, ese ritmo le da una capacidad de compra de unos u$s 3000 millones en lo que queda de 2019, asumiendo que los volúmenes operados se mantienen estables. La Secretaría de Finanzas informa vencimientos de capital e intereses por u$s 4939 millones en noviembre y diciembre sumados.
Las compras oficiales tienen otro efecto, y ese es el de sostener el precio oficial del dólar en un mercado con la cancha tan marcada como para que no haya suficientes demandantes. Evita un atraso.
Pero lo principal, en un contexto de enorme escasez de divisas para hacer frente a pagos de deuda, es que esas compras ayuden aunque sea parcialmente con los vencimientos.
"No alcanza para cubrir los vencimientos del primer trimestre de 2020, pero este ritmo de compra de divisas tendría que alcanzar al menos para los de diciembre", dijo Juan Manuel Pazos de TPCG.