Una brecha cambiaria alta y creciente golpea fuerte sobre la economía
A mayor expansión monetaria, menor alza del dólar libre.
Las restricciones potenciaron la suba de los dólares alternativos.
Por Carlos Antonio Pérez, director coordinador de la Fundación Capital.
Desde abril de este año se ha disparado la brecha cambiaria, producto de fuertes aumentos en las cotizaciones de los diversos dólares libres, sea el contado con liquidación, el dólar bolsa y hasta el informal “blue”. Y pese al esfuerzo normativo de los reguladores, tanto de la Comisión Nacional de Valores (CNV), como del Banco Central de la República Argentina (BCRA), creando oferta por única vez, restringiendo la demanda formal y disminuyendo el universo de proveedores de dólares libres.
Prohibir la operatoria formal en extremo del dólar libre (siempre habrá dólar blue) ó identificarlo con la especulación, no es la solución. La brecha cambiaria es un indicador y, como la temperatura en las personas, cuando es elevada señala un inconveniente, en este caso económico. Una brecha cambiaria alta y creciente, con un dólar financiero descontrolado le hace mucho daño a nuestra economía. A la incertidumbre económica generada, hay que añadirle deterioro de la demanda de dinero local, aumento de la nominalidad económica y reducción del superávit comercial cambiario.
Luego, resulta útil la búsqueda de variables explicativas del precio del dólar libre. A mayor expansión monetaria, mayor valor del dólar libre. En abril 2020, la base monetaria creció, en promedio, el 12%, respecto del mes anterior. Otra variable muy importante es la tasa de interés pasiva, la que cobran los depositantes. Está claro que el 20% anual pagado a los ahorristas mayoristas es muy inferior al 50% de inflación esperada para los próximos 12 meses, lo que motoriza la dolarización de carteras (suba del dólar mediante) con caída del 3% de los depósitos a plazo fijo durante abril de este año. La merma de las reservas internacionales del BCRA en abril, con el Central vendiendo dólares no ayudó tampoco. Y nuestro tipo de cambio oficial, hasta ahora tuvo una evolución anual nominal similar a Uruguay, Colombia y Chile; aunque con una inflación mucho mayor. Ni que hablar si nos comparamos con México y Brasil, el dólar oficial aquí subió menos del 15%, en el país azteca casi el 30% y en Brasil tranquilo más del 40%. Sin duda que el retraso oficial cambiario argentino, respecto de la región, está incidiendo en la evolución de nuestro dólar libre, impulsando su precio al alza. Habrá que tener mucho cuidado, con reiterar el error de política económica de retrasar el tipo de cambio, usándolo como ancla inflacionaria, ya que se parte de un suculento superávit comercial, alcanzado más por malos motivos (caída de importaciones) que por los buenos, si creciesen las exportaciones. Será muy importante monitorear, la permanencia de los tipos de cambio de los países vecinos post-pandemia, el nivel de las retenciones a nuestras exportaciones y la evolución de nuestra brecha cambiaria, en la ejecución de nuestra política cambiaria.
Hasta acá, con excepción de una tasa de interés para depósitos que ni alcanza a remunerar la mitad de la inflación esperada, tanto el fuerte impulso monetario, como el ajuste del tipo de cambio oficial en línea con la suba de precios, ambos son lógicos mitigadores de la mega recesión económica argentina, derivada de la pandemia del coronavirus. Acá no existe dilema alguno; ni entre salud y actividad económica, ni entre nuestro pasado y presente económico. La cuarentena es el comportamiento apropiado para cuidar la salud de los argentinos, luego la hiper recesión económica es dato para nuestra economía, y como en el pasado no ahorramos nada, ni cuidamos nuestra moneda; ahora en este presente tenemos que suavizar la contracción económica con emisión monetaria abundante y con devaluación oficial moderada. Dada la necesidad de la generosa expansión de dinero, resulta recomendable que sea el balance del Banco Central (como hasta hoy) el que la registre, tratando de salvaguardar la solidez del sistema financiero, tanto en su solvencia, como en su liquidez y procurando, de este modo, mantener la actual estabilidad financiera.
El manejo actual de la política económica, en la emergencia del coronavirus, pone en evidencia dos inecuaciones, por un lado la inflación supera a la tasa de interés pasiva para los depósitos y por otro lado el precio del dólar libre crece más que la devaluación oficial. Adicionalmente, por ahora la inflación y el dólar oficial corren parejos.
A falta de pasado, bueno tendría que ser nuestro futuro No terminan acá las variables explicativas del precio del dólar libre y de la brecha cambiaria. Con default, el dólar libre sube y con dinero excedente post-pandemia el precio del billete verde también sube en el mercado libre. Algunos pueden pensar, que sin default no hay mucho para ganar, pero lo importante es lo que se evita si la Argentina logra una reestructuración acordada de su endeudamiento. Evitaría tener una destrucción de la demanda de dinero doméstico, una probable corrida financiera y presiones devaluatorias e inflacionarias difíciles de sobrellevar.
La Argentina no tiene pasado que mostrar, ni en moneda ni en crédito. Nuestra compensación monetaria ha sido la inflación, nuestra compensación crediticia ha sido el default. Y en el “presente”, sin historia, sin fondos anti-cíclicos y sin recursos disponibles, vemos como el déficit fiscal y la generosa emisión monetaria actúan de “paliativo” de una fenomenal recesión económica. Sería milagroso, evitar el próximo año 2021, una peligrosa aceleración inflacionaria (sin crecimiento económico alguno), si Argentina continúa su accionar económico sin un plan económico de salida de la crisis del coronavirus. Así, como en la actualidad tenemos que llevar a cabo un plan de emergencia económica modesto (moderando la brutal recesión económica), habida cuenta los escasos grados de libertad que supimos construir; sería necesario presentar cuanto antes la estrategia de salida macroeconómica, sin default y con un nuevo acuerdo con el FMI y reabsorbiendo el excedente monetario con recuperación fiscal y regulación monetaria y no con inflación. Dada nuestra pésima reputación económica, si pretendemos tener “futuro económico”; primero tendríamos que dejar de lado la emisión monetaria ó el endeudamiento para financiar el exceso de gasto público, deberíamos evitar la falsa excusa del atraso cambiario para contener la inflación y habría que migrar desde un sistema financiero sólido, pero chico y transaccional, hacia otro con mayor profundidad y que cuente con un mercado de capitales local. Y ese “futuro económico” se alcanza imitando lo que sucede en la mayoría de los países de nuestra región, basta con repasar sus registros de inflación y crecimiento económico, en lo que va de este nuevo siglo.
Con “futuro económico”, comprometido hoy, e imitando la unanimidad alcanzada por el coronavirus, no solo corregiremos la brecha cambiaria y el riesgo país (indicadores de la salud económica), primero evitaremos el inercial proceso de estanflación que padece la Argentina, para luego iniciar un camino de estabilidad y crecimiento; escenario difícil de alcanzar, aunque posible.