Resolver la deuda es un paso crítico para que vuelva la confianza en el peso
La brecha cambiaria no es una ficción. Es un indicador de mercado que afecta a algunos agentes económicos más que a otros, sobre todo a aquellos que tienen una alta dependencia del canal financiero. El Gobierno busca instalar la percepción de que los precios que se operan en ese segmento responden a un capricho especulativo, sin tomar en consideración que como le sucede a muchas actividades económicas, ese valor está inflado por un impuesto. Todas las cotizaciones paralelas toman como piso el dólar solidario, que trae incorporado el 30% con el que se buscó desestimular el consumo dolarizado (además del límite de u$s a las compras para atesoramiento).
Es comprensible que al Gobierno le preocupe la oscilación de ese mercado, porque en definitiva moldea una demanda que a la larga también presiona sobre las reservas, un bien escaso si los hay. Sin embargo, los intentos de bloquear esta ventana cambiaria pueden resultar contraproducentes en más de un sentido.
El primer dato a tener en cuenta es que un país que tiene un piso de 30% de economía informal siempre va a requerir un mercado de dólares informal. Muchos de esos pequeños importadores mueven el día a día del blue. Por ahí el Gobierno tiene un escudo para usar: es una actividad real, pero no legal.
El dólar Bolsa y el mecanismo de contado por liquidación, en cambio, están atados a operaciones con bonos soberanos. Restringir parcialmente o bloquear ese circuito en momentos en el que el Gobierno apuesta a que los tenedores de deuda acepten nuevos títulos, tampoco parece lógico. Porque si se afecta la demanda local, cae su atractivo y con ello el incentivo a aceptar el canje.
El problema es que la avidez por el dólar en el fondo remite a la desconfianza en el peso. Es un dilema difícil de administrar, sobre todo cuando el mundo está atravesado por una pandemia y la principal receta para combatirla, el aislamiento, están causando estragos en la economía global. Restaurar la confianza es un camino largo pero necesario. Las autoridades deberían ser muy explícitas a la hora de describir qué acciones se hacen en el marco de una emergencia, porque de lo contrario solo socavan el cimiento que deberían construir.
Lo que miden hoy los inversores (incluso los especuladores) es cómo se va a parar el Gobierno frente a devaluaciones como la del real, el principal socio comercial argentino. El tipo de cambio oficial probablemente aguante el curso actual. Pero es legítimo que otros esperen que se corrija en el transcurso del año, y prefieren no esperar ese momento en pesos. Sobre todo porque la emisión monetaria puede duplicar a la del año pasado.
Es poco aconsejable mover las aguas en un terreno donde el Gobierno tiene poco poder de fuego. Resolver la deud tiene prioridad.