El "efecto brecha" ayudó a la industria, pero le faltan nuevos impulsos
Es todo una paradoja que el alto nivel de brecha cambiaria, que tanto afecta las expectativas económicas, se haya convertido en noviembre en uno de los factores que ayudó a recomponer la actividad de la industria.
Así lo confirman los datos de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), que muestran el significativo crecimiento interanual que tuvieron la producción automotriz y la de minerales no metálicos (entre los que se encuentran los principales insumos para la construcción), siendo los rubros que más aportaron a la mejora de la industria.
Este proceso, de todas maneras, no es sostenible en el tiempo. Si bien las cotizaciones financieras oscilan hoy entre los $ 140 y los $ 150, el precio del dólar informal se alejó de los picos que impulsaron a muchos ahorristas a cambiar sus tenencias por pesos para invertirlos en bienes que mostraban un descenso de su costo medido a valor dólar.
Este impulso ayudó a las terminales automotrices a cerrar 2020 con un mercado de unidades producidas similar al de 2019, pese a la parálisis inicial de las fábricas que provocó la pandemia.En situación similar está la construcción. Si bien el crédito para estos fines sigue siendo limitado, la cantidad de proyectos inmobiliarios en marcha habla a las claras de un poder de compra que no viene de los bancos, sino del colchón de los ahorristas o inversores.
La actividad económica en general, y la industria en particular, están inmersas en un rebote que está lejos de ser homogéneo. Eso indica que todavía el clima económico no favorece una recuperación consistente. Algunos , como la producción de acero crudo y laminados, están sostenidos por este boom de construcciones y remodelación de casas. Otros, como la elaboración de alimentos, vino ayudado por una demanda exportadora que ayudó al sector frigorífico. Pero del otro lado siguen en rojo la refinación de petróleo, la producción de bienes metalmecánicos (máquinas y herramientas, que muestran el deterioro que tiene la inversión fabril) y la de insumos químicos y plásticos.
En conclusión, la industria mostró una mejora de 0,7% en noviembre, en la comparación desestacionalizada frente a octubre. En once meses acumula una caída de 6,4% y FIEL estima que puede cerrar el año con una baja algo menor, cercana a 6%.
Eso implica que no será el sector más golpeado por la pandemia: los economistas estiman que la caída del PBI estará entre 11% y 12%. La industria tiene capacidad para una mejora más prolongada (aún está ociosa el 40% de las fábricas) pero necesita tener un horizonte más definido. Recuperar el stock perdido ya no es suficiente. Es hora de encender las luces largas. Pero antes tiene que saber que hay un camino.