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 La Nación - Economía

Qué dejan el trigo y la cebada en el sudeste bonaerense

Hubo que hacer controles tempranos por la aparición de enfermedades
         

Comenzó la cosecha de trigo y cebada en la zona y es tiempo de hacer un repaso de los principales temas que marcaron la campaña. Tuvimos un invierno con pocas precipitaciones, que nos permitió avanzar con la siembra a buen ritmo. Así, cubrimos gran parte del área con trigos de ciclo largo e intermedio-largo (siembras desde el 20 de mayo hasta principios de julio) que, por genética y ambiente, son los que nos permiten capturar los mayores rendimientos.

En cebada se dio algo similar: con siembras entre principios de junio y mitad de julio logramos cubrir gran parte del área total prevista. Esta campaña continuó el reemplazo de la variedad Andreia (cayendo al 40% del área total), principalmente por Overture y Montoya (más del 20% del área cada una). En algunos casos estamos sembrando Sinfonía con destino forrajero, buscando precocidad de cosecha.

Las lluvias durante septiembre fueron abundantes, superando los 130 mm en gran parte del sudeste. Esto favoreció el avance de manchas foliares y roya amarilla en trigo, donde debimos hacer controles tempranos en un 30% de los lotes.

 INTERVENCIONISMO MATA MERCADO, UN LEMA QUE VUELVE A COMPROBARSE 

Un aspecto destacado fue la aparición del virus del mosaico estriado (WSMV), del cual identificamos síntomas en un 30% de los lotes, principalmente hacia la costa de Necochea y Miramar. En general la severidad fue baja, aunque preocupa de cara al futuro. En lotes cercanos a avenas sembradas como verdeo o cultivo de servicio la severidad fue mayor, lo que nos obliga a considerar estrategias a futuro.

En cebada, el avance de mancha en red y escaldadura fue muy importante luego de septiembre. Un 70% de los lotes recibieron dos tratamientos fungicidas, mientras que los restantes requirieron una única aplicación.

En general, usamos mezclas de triazoles + estrobilurinas en la primera intervención y triples mezclas con carboxamidas en el tratamiento previo a espigazón. Andreia y Overture mostraron mayor susceptibilidad a manchas, mientras que Montoya tuvo mejor comportamiento.

Al final del ciclo observamos la aparición de salpicado necrótico por Ramularia con incidencia moderada, aún en cultivos con dos aplicaciones de fungicidas.

Malezas

En lo que respecta a malezas, seguimos poniendo énfasis en el control de crucíferas. Fue necesario el uso de herbicidas preemergentes en un 70% de los lotes, donde principalmente empleamos inhibidores de la síntesis de carotenoides.

En macollaje, el control habitual que realizamos con herbicidas hormonales tuvo que ser reforzado con inhibidores de la PPO o de carotenoides nuevamente. La presencia de raigrás también condicionó el manejo habitual. En este caso empleamos preemergentes específicos en un 20% de los lotes y graminicidas en posemergencia en una proporción similar.

Durante noviembre las precipitaciones fueron escasas, y la disponibilidad de agua en el suelo decreciente. Los cultivos de cebada sembrados más temprano lograron escapar a dicho estrés hídrico y los primeros lotes cosechados ya arrojan rendimientos que superan los 6500 kg/ha. En trigo, de floración mas tardía que la cebada, la deficiencia hídrica seguramente tenga mayor impacto negativo, en especial en zonas continentales de suelo somero.

El autor es asesor privado y asistente técnico de la Regional Necochea de Aapresid

Guillermo A. Divito

 

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