Con el acuerdo se espera que crezcan las reservas, la deuda en pesos y la presión para recaudar más
Los economistas consultados coinciden en que el programa es cumplible, pero hay baja expectativa de que signifique un cambio que repercuta en el bolsillo.
Mañana Martín Guzmán llega al Congreso para presentar el programa que firmó con el FMI luego de casi 18 meses de idas y vueltas.
El kit del documento del FMI cuenta con sus clásicas herramientas de primeros auxilios: carta de intención, un par de anexos, uno con el memorándum de políticas y otro de entendimiento técnico. En total 34 páginas y 6 tablas entre las que se encuentran ocho metas macroeconómicas para cuatro revisiones en el año.
De las ocho metas, las que realmente importan son: la acumulación de reservas, el techo para el financiamiento monetario al Tesoro y un piso en el déficit fiscal primario.
Con la primera de esas metas, el organismo se asegura que el país junte los dólares para devolverle el préstamo. Con la segunda, corta uno de los principales canales de propagación de la inflación: la emisión monetaria. La tercera, finalmente, es para que el dinero de los subsidios a las clases alta y media, sea reorientado a otros gastos de la economía.
El kit del FMI no contiene: metas para 2023 y 2024 (sólo las hay para 2022) ni aplicación de reformas.
Si es que no lo hicieron ya, los diputados deberán entender de qué va todo este asunto en las próximas horas (o al menos leer las instrucciones o que alguien les explique).
Clarín consultó a economistas para conocer su opinión.
La mayoría está de acuerdo.
“El programa con el FMI no alterará la trayectoria que trae la economía desde antes de la pandemia”, dice a modo de síntesis Ricardo Delgado, director de Analytica. “Pero sí servirá para evitar irnos a una inflación de 3 dígitos o salirnos del mundo”, opina Miguel Kiguel, director de Econviews.
Si se cumplen las tres metas mencionadas, la economía registrará: - un aumento de las reservas del Banco Central.
- más deuda en pesos - un mayor ajuste fiscal, esto es, ya sea más presión tributaria o menos gastos en determinados sectores.
Yendo al primer punto (reservas), el desembolso en marzo será de aproximadamente US$ 9.700 millones, totalizando giros por US$ 18.000 millones en 2022, US$ 19.400 millones en 2023 y US$ 6.800 millones en 2024.
Pero así como esa plata ingresará por un bolsillo, saldrá por otro para pagar deuda (lo mismo que el kirchnerismo criticó del acuerdo de Macri con el FMI, sucederá ahora con el actual programa: usará este dinero para pagar deuda o fugar y no para hacer hospitales).
Lo cierto es que el saldo entre desembolsos y pagos de deuda será positivo en 2022 por US$ 1.341 millones, US$ 965 millones en 2023 y U$$ 2.080 millones en 2024. “Luego del primer desembolso, las reservas aumentarían en alrededor de U$S 6.800 millones neto del pago de los vencimientos de marzo”, apuntó un informe el viernes la consultora Delphos.
Para colaborar a la acumulación de reservas, el BCRA se incorporará a un sistema de monitoreo de importaciones y se le dará mayor fluidez a los dólares financieros. Julie Kozack, la staff del FMI que sigue el caso argentino, dijo en la semana que los controles de cambios sólo se relajarán en la medida que la acumulación de reservas sea sostenida.
El segundo aspecto del programa es el aumento de la deuda en pesos. Lo dice el propio informe en el punto 17. El financiamiento neto del sector privado al Estado apuntaría a 2% del PBI para los próximos tres años. ¿Cuánto es hoy? 1,6%.
Para ello el Banco Central apunta a subir las tasas de interés.
¿Alcanza?
“No es fácil”, dice Federico Furiase, economista jefe de Anker. “Necesita que los bancos ayuden y pasen de las Leliq a bonos del Tesoro. En ese sentido ayudó la norma que permitió a los bancos integrar encajes con bonos del Tesoro”.
Economía, a través de sus licitaciones, deberá también subir las tasas. El tema es que para el mercado el riesgo del Banco Central es mejor que el de una letra del Tesoro.
Algo así intentó el primer acuerdo de Macri con el FMI. Pero no funcionó. La coordinación entre Guzmán y Miguel Pesce deberá ser mayor.
“Otro punto es que desarmar las Leliq de los bancos significará una expansión monetaria”, agrega Furiase. “Así pareciera que el peso del programa recae sobre el aumento de un endeudamiento en pesos cuyo 75% de esa cifra está indexada a la inflación y vence en un año. Esto es una bola creciente que te condena a seguir teniendo cepo”.
Por último, la cuestión fiscal.
¿Son cumplibles las metas?
“Lo veo cumplible con una condición” , dice Fernando Marull. “O suben las tarifas fuerte o terminan haciendo un ajuste fiscal más fuerte”.
Marull se inclina por esto último. “El aumento necesario en las boletas para que los subsidios bajen debería estar en 100%. Y no harán algo así porque es un salto que impactaría demasiado en la inflación. Por lo tanto veo más incentivos a reforzar la recaudación o bajar el gasto”.
El economista de FMyA agrega. “La meta fiscal más exigente es la de diciembre, con lo cual las primeras las van a cumplir”.
En el área tributaria aplicarán un aumento de valuaciones fiscales para Bienes Personales por ejemplo y las propiedades (algo que es potestad de las provincias). “Podría aumentar la presión tributaria efectiva”, dice el economista Jorge Neyro, entendiendo por esto último que subirán la valuación de los bienes, la cantidad de contribuyentes y el combate contra la informalidad.
La trilogía del FMI así se completa: reservas-cepo, deuda en pesos y más presión sobre los impuestos.
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