DeepSeek, nuevo ejemplo de destrucción creativa
La irrupción del procesador chino de IA recordó la actualidad de la máxima de Schumpeter; todo producto o proceso productivo nuevo “molesta” a quienes ofrecen productos sustitutivos con la novedad
Quien inventa un producto nuevo, o diseña un proceso productivo que utiliza menos recursos para producir un bien que ya existe, “molesta” a los productores existentes. Este es el importante concepto de destrucción creativa, planteado por Joseph Alois Schumpeter, en Capitalismo, socialismo y democracia, publicado en 1942. La cuestión volvió a aflorar por la irrupción de DeepSeek, pero la historia de la humanidad está plagada de ejemplos de destrucción creativa, y particularmente de las diversas reacciones que adoptaron quienes se sintieron molestados por las novedades.
Sobre el particular conversé con el norteamericano Gordon Early Moore (1929 - 2023), quien estudió química. En 1968, junto a Robert Noyce, fundó NM electronics que, con el tiempo, se convirtió en Intel Corporation. En 1990 el presidente George Herbert Walker Bush, por todos conocido como Bush padre, le otorgó la medalla nacional de tecnología e innovación.
-Carver Mead popularizó una afirmación suya como “la ley de Moore”. ¿De qué se trata?
-En 1965 trabajaba como director de investigación y desarrollo de Fairchild Semiconductor. La revista Electronics magazine me pidió que predijera qué pensaba que iba a ocurrir con la industria de componentes de semiconductores, durante los entonces próximos 10 años. En un artículo publicado el 19 de abril de 1965, mostré que el número de componentes (transistores, resistores, diodos o capacitores, etc.), en un circuito densamente integrado, se duplicaba aproximadamente cada año, y especulé que podría seguir así durante una década más. En 1975 modifiqué el pronóstico, a aproximadamente dos años.
-Junto a su esposa Betty, fueron filántropos.
-Así es. En febrero de 2023 mi fortuna neta ascendía a US$7000 millones. Con mi mujer creamos la Gordon and Betty Moore Foundation, con una dotación de US$5000 millones. Donamos US$600 millones al Instituto Tecnológico de California (Caltech), donde me había doctorado, lo cual en su momento constituyó la mayor donación hecha a una institución de educación superior. Por lo cual en 2009 recibimos la medalla Andrew Carnegie a la filantropía.
-¿Por qué la idea de destrucción creativa es importante?
-Porque ayuda a entender muchos eventos que se producen en la realidad. Es difícil, por no decir imposible, imaginar un producto nuevo, que no pretenda sustituir alguno existente. Obvio que, para lograrlo, debe convencer a los demandantes de que es mejor que los que ya existen, en algún sentido. Lo mismo ocurre con el cambio tecnológico: ¿quién compraría una máquina que, para su funcionamiento, requiriera más mano de obra y energía que las existentes, y que encima produjera bienes de peor calidad?
-Entiendo. Por eso, como usted dice, la innovación es aplaudida por los seres humanos en cuanto demandantes, pero les molesta a ciertos oferentes. ¿Qué pueden hacer estos, ante el desafío?
-Tienen, básicamente, tres opciones. La primera consiste en registrar la novedad, copiarla o encarar sus propios esfuerzos para mejorar la tecnología que usan. Cuando apareció la máquina de afeitar eléctrica, las máquinas de afeitar manuales no desaparecieron; pero hoy son bien diferentes a las que existían entonces. Cuando apareció el cine, el teatro no desapareció; y cuando apareció la televisión la radio no desapareció, pero como bien dijo Antonio Carrizo, “la de hoy es otra radio”. A mediados del siglo XX la radio se escuchaba en los hogares, hoy se escucha en los autos. En aquel entonces la programación vespertina era mucho más importante que la matutina; hoy, no más.
-¿Cuán súbita es la aparición de un nuevo producto, o un nuevo proceso?
-Depende. En muchos casos los productores existentes “la ven venir”. Una universidad no se crea de un día para el otro; y la reforma de sus programas de estudio tampoco. En el plano tecnológico, por el contrario, todo parece ser más vertiginoso. Si me hicieran estimar mi “ley” para los sectores agropecuario o industrial, seguramente que el número resultante sería mucho menor que en el sector tecnológico.
-Lo cual tiene una clara implicancia: mejor que los propietarios de DeepSeek no se duerman, porque en cualquier momento aparece una alternativa mejor.
-Así es. Cualquier monopolista tiene que invertir para seguir siéndolo, lo cual no siempre les resulta fácil porque es muy humano “dormirse en los laureles”. La historia está repleta de casos en los cuales el principal oferente existente, cuando apareció un nuevo competidor, lo subestimó, y terminó pagando las consecuencias. Y si el productor es monopolista por alguna decisión estatal, como la exclusividad, o la fijación del derecho de importación a nivel prohibitivo, tiene que invertir en mantener el favor oficial.
-Usted mencionó que, frente a la novedad, los productores existentes tienen tres opciones. ¿Cuáles son las otras dos?
-Una de ellas está vinculada con lo que acabo de decir. Frente a la novedad, los productores afectados pueden acudir a las autoridades, explicando los riesgos que se corren si se acepta el nuevo producto, o el nuevo proceso; las consecuencias sociales de la falta de acción oficial, etc. Hay ciudades de la Argentina donde los grandes supermercados no pueden instalarse.
-¿Y la tercera opción?
-Espero, De Pablo, que los lectores de esta columna no tomen lo que sigue como fuente de inspiración, sino como ejercicio de análisis. La tercera opción consiste en amenazar físicamente a los innovadores, o destruir sus instalaciones. El luddismo, en Inglaterra, durante la primera mitad del siglo XIX, luego de diagnosticar que el problema social generado por la Revolución Industrial se debía a “las máquinas”, intentó solucionar el problema destruyéndolas.
-La historia es contundente al respecto.
-Efectivamente. La frustración humana precipita la acción, por alguien que quiere mejorar su situación ofreciendo algún producto o proceso nuevo. La historia enseña que los avances son imparables; en algunos casos, por la aceptación inmediata, en otros, porque las resistencias finalmente son vencidas. Hoy andamos en autos, no en coches tirados por caballos; y nos alumbramos con energía eléctrica, no con velas.
-¿Es posible anticipar alguna dirección en la aparición de productos o procesos nuevos?
-No creo. En algún momento de la historia se pensó que este problema se podía solucionar a través de la planificación centralizada o, como en el caso de Francia, utilizando la planificación indicativa. A la luz de los resultados, mejor no intentarlo. La absorción de las novedades, por parte del sistema económico, puede que no sea lo fluida que sería de desear, desde la perspectiva de algunos modelos económicos súper simplificados; pero la alternativa estatal probó ser parte del problema, no de la solución.
-Don Gordon, muchas gracias.
Por Juan Carlos de Pablo Conforme a los criterios deConocé más