El período de calma cambiaria iniciado en mayo hizo que crecieran las posiciones de corto plazo, tanto de inversores locales como extranjeros, en activos como letras en pesos, bonos ajustados por CER y otros. Sin embargo, por la licuación de las deudas en pesos y la participación del sector público en las emisiones de deuda de corto plazo hicieron que el riesgo que representan esas colocaciones sea seis veces menor que antes de la crisis del año pasado.
Un dólar que mostró señales de vida la semana pasada (ver aparte) pero que desde que el Banco Central (BCRA) recuperó la capacidad de intervenir en el mercado pierde terreno frente al avance de la inflación hizo que operadores y analistas empezaran a hablar de un cierto atraso cambiario. Una mirada al índice de tipo de cambio real multilateral, sin embargo, muestra que el valor real del peso está en niveles similares al momento previo al salto de agosto y septiembre del año pasado. O sea, se apreció respecto de récords, pero permanece bajo en comparación con los primeros años del gobierno de Cambiemos.
Sin embargo, la duda entre expertos es si la toma de posiciones de corto plazo en activos locales tanto de extranjeros como de residentes puede repetir un evento cambiario como el del año pasado, en caso de un desarme abrupto.
Un cálculo de la consultora Elypsis sugiere que, aunque siempre existe el riesgo, el poder de daño de esos inversores ahora es mucho menor.
"El hecho de que ya no haya instrumentos de regulación monetaria en manos de privados, como sí pasaba con las Lebac y la caída del valor en dólares de las letras del Tesoro en manos de privados hace que el peso del hot money sea menor", dijo Gabriel Zelpo de Elypsis. "Nosotros no contamos depósitos en pesos dentro de esos activos porque mostraron ser muy estables el año pasado en una crisis muy abrupta, pero en líneas generales entendemos que si se repitiera un evento como el de 2018 ahora sería mucho más manejable, básicamente porque el propio 2018 licuó todo eso", agregó.
Mientras que en diciembre de 2017, momento en que el 28-D empieza a poner en duda la política monetaria, había u$s 59-075 millones en Lebac y letras del Tesoro de corto plazo. Esto, sumado al déficit de cuenta corriente, representaba un valor en dólares que arrojaba un ratio de 1,9 veces las reservas que el BCRA tenía disponibles en ese entonces (ni las brutas ni las netas, las que se podían utilizar para intervenir en el mercado cambiario).
Ahora, con un leve superávit de cuenta corriente y posiciones de corto plazo u$s 12.837 millones, el ratio con reservas disponibles cayó al 0,3.
La calma cambiaria atrajo nuevos inversores, locales y extranjeros. "Los bonos ajustados por CER, que llegaron a subir 20% en dólares en pocas semanas, fueron el principal vehículo. También Lecap y algo de bonos provinciales ajustados por Badlar", dijo Martín Przybylski de Consultatio Asset Management. "Algo de ese carry se devolvió esta semana (por la pasada), están más pesados ahora esos bonos", agregó.
Más allá de los stocks acumulados en ciertas posiciones, Juan Pazos de TPCG, hay otras variables para mirar qué tan importante puede ser el daño de una salida abrupta. "Lo primero que miramos es la posición del BCRA en futuros, que está largo en dólares por unos u$s 2600 millones, segundo la tasa de renovación de Letras, que está por encima del 75% necesario, con lo cual hay más plata de la que debería haber y, por último, es cierto, vemos algo de entrada de fondos del exterior a bonos locales, basadas en efectivo, lo que vemos como una señal de confianza", dijo.