El objetivo del Gobierno es que haya calma financiera a la hora de votar
Habían dicho repetidas veces que no, pero la necesidad terminó primando. Así fue como el Banco Central (BCRA) avanzó ayer en una relajación parcial y temporal de su política monetaria.
A la vez intervino con el equivalente a casi US$500 millones en el mercado de futuros para mantener "tutelado" al dólar, que había abierto la semana con un rebote del 2,5% en 48 horas capaz de perturbar la sensación de calma, con lo que descargó 13,5% de la munición propia (al margen de la que le habilita el FMI) acumulado para operar sobre ese mercado en los meses de dólar bajista. "Una reacción contundente ante la primera señal de inestabilidad que confirma que, tras los sinsabores de 2018 y sus réplicas hasta abril, hoy, de cara a una elección, la pax cambiaria no es negociable para el Gobierno", traduce el analista José Echagüe (Consultatio).
Con la inyección de pesos, el BCRA provocó un desvío importante en su inalterable meta, que consiste en mantener la base monetaria (BM) anclada en $1,343 billones: había llegado a rozar $1,4 billones, según cálculos de mercado.
Para corregir esa desviación necesitaba hacer un gran esfuerzo de absorción en los próximos días o resignarse a incumplir el objetivo por primera vez en 10 meses, opción que -al parecer- juzgó inaceptable.
A su vez, de haber elegido ir por un nuevo cumplimiento de meta, el ya estricto esquema hubiera pasado a ser "excesivamente contractivo en julio", según reconoció en su comunicado el Comité de Política Monetaria (Copom).
Eso hubiera llevado al stock de pasivos remunerados del BCRA a marcar un nuevo récord y provocado que la volátil tasa de referencia se convirtiera -presumiblemente- en mucho más volátil. De allí que, para Federico Moll, de Ecolatina, optaron por "aplicar un parche o correr el arco" al convertir la meta mensual en bimestral.
La adaptación estuvo relacionada con una modificación similar, en plazos, que ya había realizado para el cumplimiento de los encajes. Y le dio pie para asegurar que la tasa real superpositiva no decaiga al menos pasado el primer turno en las urnas. Esta tasa ya supera en más de 20 puntos la de Turquía -país comparable porque busca evitar más ataques a su moneda-, al llegar al 29% anual, estiman en Delphos Investment, contrastando la inflación trimestral anualizada con la tasa de Leliq.
Eso es lo que persigue al prolongar la garantía de tasa al 58% anual "hasta que se conozca la inflación de julio", es decir, hasta el jueves 15 de agosto: cuatro días después de las PASO. Y al aprobar un nuevo "permitido" a los bancos al dejar que puedan integrar con Leliq 3 puntos más del encaje por depósitos que captan, lo que hace que ya solo el 11% de la tasa que percibe el ahorrista que hace un plazo fijo a 30 días lo pague el banco (era el 14% hasta ahora) y el resto quede a cargo del BCRA o, en definitiva, de todos.
Las adaptaciones, a escasos minutos de ser anunciadas, fueron apoyadas por el FMI pese a que, en rigor, buscan evitar el primer incumplimiento formal de la meta. Y que precisamente la génesis del plan que sugirió tiene un muy estricto control del circulante como piedra basal. Un signo de los tiempos.
El objetivo de todo es llegar a las PASO con calma financiera. De allí en más regirá la regla de los 5, ahora adaptada a 4,en alusión a los puntos de diferencia que el mercado aceptaría como tope para una derrota oficialista, ya que los juzga descontables hacia octubre.
Si las urnas convalidan las apuestas inversoras, el BCRA tendrá espacio para seguir con una sintonía fina de tasas hasta que se defina la contienda presidencial, aunque manteniendo el dólar quieto como prioridad. Si no lo hacen, el pronóstico indica que pueden volver "los días de turbulencias" y que de allí en más dependerá de la reacción del Gobierno y la sociedad a ellos.