Los problemas generados por el dólar en la Argentina se transformaron en parte de la agenda permanente de toda la sociedad. La actual gestión tomó seriamente el tema y trató incesantemente de reducir el déficit fiscal, contraer la emisión monetaria e incrementar las reservas internacionales.
Se abordó cada uno de estos temas de manera consistente, logrando cambios considerables que, por cierto, son cuantitativamente mensurables. Desde agosto del 2018, el Gobierno redujo la emisión monetaria prácticamente a cero, achicó el déficit primario en 2,5%, y duplicó las reservas internacionales vía empréstito FMI.
Sin embargo, y a pesar de esto, el dólar en Argentina pasó de valer $ 20 en abril de 2018 a $ 60 por dólar en agosto de 2019. Un cambio del 200%. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo se explica semejante descalabro luego de tanto esfuerzo?
El dólar pasó de valer $ 20 en abril de 2018 a $ 60 en agosto de 2019.
Para dar una medida de la efectividad de una acción, es siempre aconsejable medirla comparativamente con otra similar. Un caso es el la salida de la convertibilidad, donde el dólar pasó de valer $ 1 en diciembre de 2001, a $ 2.8 por dólar en 2003, (180%). En el año 2002 se vivió la peor crisis de la historia económica argentina, sin embargo la devaluación (considerando el contexto) fue inclusive más benigna que la actual.
Otra comparación válida, es la ocurrida en la Argentina durante la segunda mayor crisis mundial de la historia : ?Lehman Brothers?, en 2009. La devaluación de entonces fue del 30%. En ambos casos, el gobierno de turno incrementó su déficit fiscal y expandido y relajó la cantidad de moneda en manos del público.
Pero entonces, si el actual Gobierno fue más exitoso en materia fiscal y monetaria, ¿existe algo claramente identificable que los anteriores gobiernos hayan hecho y el actual nunca hizo para evitar una corrida cambiaria?
Es altamente probable que eso esté sucediendo en el ámbito de la intervención cambiaria. Los bancos centrales de países emergentes, tienen varias maneras de intervenir en el mercado de cambios: hay maneras poco efectivas, medianamente efectivas y altamente efectivas. La diferencia entre las poco efectivas y las altamente efectivas, radica en que las primeras acompañan una devaluación suavizándola (lo que vemos actualmente), mientras que las segundas revierten la devaluación generando apreciación de la moneda local.
Intervenir en un mercado requiere de inteligencia y de una estrategia específica para que la intervención sea lo más efectiva posible. La clave está en cómo se venden las reservas el Banco Central. Las estrategias de intervención pasivas evitan que el precio suba de un determinado nivel, o aseguran que el valor en cuestión no suba tan rápidamente, simplemente acompañándolo.
La otra forma de operar, implica que, cuando el banco central decide intervenir, vende dólares a precios secuencialmente menores. A esta forma de intervenir se la denomina estrategias de intervención activa.
Nuestro banco central, en los últimos cuatro años nunca usó el mecanismo de intervención activa, siempre usó el pasivo, proveyendo de oferta de divisas al mercado, pero de manera creciente, a precios siempre mayores, generando un ámbito de negociación entre el resto de los compradores y vendedores a valores cada vez más altos. Sin embargo, el mecanismo más efectivo hubiese sido vender a precios menores.
Pero si en realidad el Banco Central vendiera a precios menores el dólar, ¿es posible que haya más demanda en esos niveles, y por lo tanto perdería sus reservas más rápidamente?
Al revés de lo que sucede con el resto de los productos, en el caso del dólar, un mayor precio, en lugar de significar una menor demanda (si sube el precio del tomate consumo menos tomate), implica un incremento en el apetito por la compra del billete. Esto sucede porque una suba 'x' del precio genera una publicidad masiva vía medios, provocando una mayor demanda de cobertura por parte del público.
En el caso del dólar, un precio más alto genera una retracción automática de la oferta.
Según la ley de oferta y demanda, si el precio del tomate sube, por el lado de la oferta (lado venta) habrá más productores de tomates deseosos de ofrecer su mercadería. Sin embargo en el caso del dólar, un precio más alto genera una retracción automática de la oferta, esto es, quien tenía pensado vender dólares, ante la suba acelerada del precio, se retrae y vende menos o no vende nada. La conjunción de estos dos factores genera un efecto presión en la negociación, que espiraliza el valor de la divisa a niveles completamente inesperados, que en muchos casos son inconsistentes con los fundamentos de la economía.
Entonces, ¿estamos diciendo que, en determinadas situaciones, la suba del dólar podría ser una posible burbuja? En determinadas situaciones, muy probablemente. Aún así es difícil que esta burbuja reviente por sí misma, porque los precios de los productos inflacionan, haciendo que el precio ridículamente alto del dólar deje de serlo, y que los demás precios internos se acomoden al nuevo nivel de la divisa estadounidense y no viceversa.
Por eso, con una intervención activa por parte del BCRA lo que se genera es una baja en el precio que evita la difusión masiva del producto y con ello previene una mayor demanda. Por otro lado eventualmente al generar una baja considerable del precio (pinchando la burbuja), los exportadores/vendedores de dólares, saben que esperar por un precio mayor no tiene sentido y con ello se evita la especulación que produce la venta por goteo. La conclusión aun cuando parezca alocada, es que en muchos momentos en el tiempo, un menor precio del dólar implica una menor demanda y una mayor oferta de divisas.
Para sintetizar, diremos que una suba considerable del precio, en un momento determinado, despierta lo que llamamos ?dolar-fever o fiebre del dólar? en la sociedad. Por lo que evitando subas abruptas, se logra mantener al virus dormido.
Un cambio en el comportamiento de la divisa generando alzas recurrentes, sin bajas, recrea una conducta generalizada que espiraliza la demanda de dólares y reduce la oferta/venta de dólares a la mínima expresión. Un virus dólar-fever activo.
En mis 17 años participando del mercado de cambios he visto intervenir a las diferentes gestiones del Banco Central argentino, también he monitoreado las intervenciones de la lira turca y el real brasileño. Y en todos los casos, salvo en estos últimos 4 años en nuestro país, los bancos centrales cuando intervienen lo hacen con políticas activas, haciendo bajar el precio del dólar, o lo que es lo mismo, apreciando la moneda domestica, castigando con esto a quienes compraron caro por un lado, y perjudicando a quienes especularon esperando demasiado para vender a un precio más elevado, por el otro.
Las políticas de intervenciones pasivas, al parecer son la principal responsable de la espiralización del precio del dólar en Argentina.
Las políticas de intervenciones pasivas, al parecer son la principal responsable de la espiralización del precio del dólar en Argentina, y a cada incremento cambiario de este tipo, le correspondió una subsiguiente espiralización de la inflación que hizo que aquel precio elevado del dólar, se convierta en el nuevo piso, y se preparen las condiciones para una siguiente ronda de retroalimentación entre dólar y precios internos.
No es racional que en un periodo de 12 meses corridos, donde las variables internacionales habían permanecido estables, las variables locales (déficit, emisión y reservas) mejoraron ostensiblemente, la divisa tuvo un comportamiento alcista del rango de crisis histórica permanente. Luego del resultado de las PASO y estrenando el default de la deuda, se llega a un escenario de incendio, con la casa ya incinerada y con muy poca agua disponible. Esperemos que no sea demasiado tarde.